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En una era donde la información viaja a la velocidad de un clic, es urgente recordar que no todo puede decirse o compartirse sin consecuencias. En Colombia, la honra, la intimidad y el buen nombre de las personas están protegidos por la Constitución y por el Código Penal. Difamar, injuriar o revelar información privada sin consentimiento no solo es inmoral, sino también un delito penal.

¿Qué es difamar o injuriar a una persona?

Difamar es divulgar hechos que dañan la reputación o imagen de alguien, sean ciertos o falsos, con intención de causarle perjuicio. La injuria, por su parte, se refiere a expresiones ofensivas que afectan la dignidad, la honra o el respeto de una persona.

Ambos actos están tipificados en el Código Penal Colombiano:

  • Injuria (Artículo 220):

“El que haga a otra persona imputaciones deshonrosas incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años y multa de diez (10) a mil (1.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes.”

  • Calumnia (Artículo 221):

“El que impute falsamente a otro un hecho punible incurrirá en prisión de dieciséis (16) a setenta y dos (72) meses y multa de trece puntos treinta y tres (13.33) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes.”

Revelar información privada también es delito

La Constitución Política de Colombia, en su artículo 15, protege el derecho a la intimidad personal y familiar. Nadie puede divulgar detalles sobre la vida privada de otra persona —como su orientación sexual, relaciones sentimentales, vida sexual, salud, creencias, etc.— sin su consentimiento.

Cuando esa revelación se hace con intención de burlarse, controlar o dañar, se puede configurar como una violación a la intimidad, que incluso puede dar lugar a demandas civiles por daño moral, además de sanciones penales si se configura como injuria agravada.

¿Qué hacer si eres víctima de difamación o exposición indebida?

  1. Guardar todas las pruebas: capturas, audios, videos, mensajes o testimonios.
  2. Presentar una denuncia formal en la Fiscalía General de la Nación.
  3. Solicitar acompañamiento psicológico y legal.
  4. No responder con violencia: actuar con madurez fortalece tu posición ante la justicia.

La libertad de expresión no significa libertad para dañar

Opinar no es un delito. Pero la libertad de expresión tiene límites cuando cruza la línea del irrespeto, la difamación o la invasión de la vida privada de otros. Las palabras tienen poder, y cuando se usan con mala intención, la ley actúa.

Conclusión: El respeto es la base de toda sociedad justa

Desde el Periódico Pro Internacional hacemos un llamado a la conciencia ciudadana: no se puede seguir normalizando el hecho de hablar mal de otros, burlarse de su intimidad o hacer pública información que no nos pertenece. Lo privado es sagrado, y la dignidad humana debe ser protegida por todos.

Porque cuando respetamos la historia del otro, también construimos la nuestra con más humanidad y justicia.

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