Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han desarrollado rituales sociales que incluyen abrazos, besos y apretones de manos. Estos gestos, aunque vistos como muestras de cariño o respeto, pueden ser una de las prácticas más perjudiciales para nuestra energía, nuestra salud y nuestro equilibrio personal. ¿Y si todo este contacto físico estuviera drenando nuestra fuerza vital y exponiéndonos a riesgos innecesarios?
La verdad sobre el contacto físico y nuestra aura
Cada ser humano posee un campo energético, comúnmente llamado aura, que actúa como una barrera de protección y un canal de intercambio de energía. Sin embargo, cuando permitimos que alguien invada nuestro espacio sin conciencia, absorbemos su vibración, ya sea positiva o negativa.
Los abrazos, apretones de manos y besos no solo transfieren bacterias y virus, sino que también generan una fusión energética momentánea que puede afectarnos de manera imperceptible. Si la otra persona está cargada de estrés, angustia o pensamientos negativos, su energía puede filtrarse en nuestro campo áurico y quedarse ahí sin que lo notemos.
El riesgo invisible: enfermedades y contaminación energética
Desde una perspectiva biológica, el contacto físico es uno de los medios más comunes de transmisión de enfermedades. Gripe, resfriados, herpes labial, mononucleosis, COVID-19 y muchas otras infecciones se propagan a través de simples besos o apretones de manos.
Pero más allá de los virus y bacterias, existe una “contaminación energética”. ¿Alguna vez te has sentido agotado después de estar cerca de alguien? Esto sucede porque la interacción física puede alterar tu vibración natural y dejar residuos emocionales en tu sistema.
La pérdida de tiempo y energía en rituales obsoletos
¿Cuánto tiempo al día pierdes en saludos innecesarios? En entornos laborales y sociales, se espera que estrechemos manos, demos abrazos o besos en la mejilla, lo cual, acumulado, representa horas de interacción física que podrían invertirse en acciones más productivas.
En culturas más avanzadas en términos de higiene y eficiencia, como Japón, se evita el contacto físico excesivo, priorizando la reverencia a la distancia. Este tipo de saludo no solo protege la energía personal, sino que también optimiza el tiempo y minimiza la exposición a enfermedades.
Un nuevo paradigma: respeto sin contacto
No se trata de eliminar la conexión humana, sino de evolucionar hacia una interacción más consciente. Aquí algunas alternativas:
• Saludo a distancia: Un gesto con la mano, una inclinación de cabeza o simplemente una sonrisa pueden expresar respeto sin contacto físico.
• Comunicación verbal más efectiva: Expresar afecto con palabras tiene un impacto más duradero que un abrazo automático.
• Conservación de la energía personal: Evitar el contacto físico innecesario ayuda a mantener nuestro equilibrio emocional y energético.
Conclusión: repensando nuestras costumbres
Nos han enseñado que el contacto físico es sinónimo de cercanía, pero pocas veces cuestionamos sus efectos negativos. Si queremos evolucionar como sociedad, es momento de replantear estos hábitos y adoptar formas de interacción que protejan tanto nuestra salud como nuestra energía.
Dejar de abrazarse o tocarse no significa perder la humanidad, sino entender que la verdadera conexión no necesita contacto.