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Periódico Pro Internacional de JJ Producciones

El caso de Kevin Bocanegra, un joven abogado de tan solo 25 años, ha dejado una huella imborrable en los corazones de todos los que hemos escuchado su historia. Falleció trágicamente durante una expedición al Nevado del Tolima el pasado 31 de diciembre, mientras cumplía el sueño de su vida: conquistar una de las maravillas naturales más emblemáticas de Colombia.

Sin embargo, ese sueño se transformó en una pesadilla para Kevin y su familia. Su novia, Jois Ramírez, y su suegra se salvaron de milagro, regresando con vida de una travesía que terminó en un devastador desenlace. El sacrificio de Kevin nos obliga a reflexionar sobre la falta de humanidad, empatía y preparación en un país donde la naturaleza parece ser más noble que las personas encargadas de protegerla.

La historia duele. Duele profundamente porque es un reflejo del abandono, la desorganización y la indiferencia que sigue reinando en el turismo de alta montaña en Colombia. ¿Cómo es posible que en un lugar tan frecuentado no existan protocolos de seguridad claros, personal capacitado, herramientas básicas de rescate ni helicópteros para emergencias? La respuesta es simple y devastadora: corrupción, negligencia y una apatía generalizada.

Mientras Kevin luchaba por respirar en medio de un edema pulmonar, ni su guía ni las autoridades locales pudieron ofrecerle ayuda. No había recursos, no había planes de emergencia, no había esperanza. La misma naturaleza que enamoró a Kevin se convirtió en su verdugo, no por su fuerza implacable, sino porque los seres humanos que debieron protegerlo fallaron.

El Nevado del Tolima, con su imponente belleza, ha quedado marcado por la tragedia. Un lugar que debería ser un santuario de vida ahora se asocia con muerte y dolor. ¿Cuántas almas más están perdidas en esas montañas? ¿Cuántas vidas se han extinguido por la falta de preparación, por la indiferencia de quienes se llaman responsables?

Hoy, Jois Ramírez y su madre viven con el peso de haber sobrevivido. La felicidad de regresar con vida se mezcla con el desgarrador vacío de haber perdido al amor de su vida y al hijo que nunca tendrán. Una travesía que comenzó como un sueño terminó en una lección amarga: en el Nevado del Tolima, cada paso puede ser el último, y nadie está realmente allí para ayudarte.

La historia de Kevin no debe ser olvidada. Su sacrificio debe ser el canal para abrir los ojos del mundo a las fallas del turismo colombiano. Que su pérdida no sea en vano. Que sirva para exigir cambios, justicia y humanidad en un país que parece haber olvidado lo que significa cuidar a sus propios hijos.

Gracias, Kevin, por ser un faro de verdad en medio de la oscuridad. Gracias, Jois Ramírez y a su madre, por tener la valentía de contarnos su historia, aunque les destroce el alma. Que sus palabras lleguen lejos, y que el sacrificio de Kevin nunca sea en vano.

Dios bendiga a su familia. Te invitamos a ver su desgarrador relato, a continuación.

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