El temor al contagio ha hecho que hoy muchos ni siquiera estén interesados en comprar en sitios que no cuenten con una pasarela de pagos.
Este tipo de pagos está muy avanzado en países asiáticos, donde la mayoría de personas cancela con este tipo de aplicación. Colombia es un país un poco más rezagado en este tema, debido a que culturalmente los usuarios prefieren el efectivo, o por falta de educación en estas innovaciones, lo cual se traduce en que ni el comerciante ni el cliente tienen aún la suficiente confianza para poner su tarjeta de crédito en un portal de una tienda en internet y esperar a que llegue su mercancía.
Sobre los costos en que puedan incurrir los negocios por este tipo de soluciones, se cree que la eficiencia de esta herramienta supera en dinero el tiempo y la tranquilidad de los dueños de estos comercios. “Todas las ventas quedan registradas en las plataformas y el usuario puede verlas”. En cuanto a los clientes, la ventaja está en que tienen más opciones de pago, especialmente ahora cuando es difícil tener efectivo y hay restricciones preventivas de salud como el distanciamiento social.
La idea es que los comerciantes tengan un proveedor único integral que ofrezca todas las alternativas de venta no presente. «La mayoría tiene solo una cuenta bancaria y con esto sucede lo mismo: es mejor un solo proveedor que tiene todos los servicios, como link de pago datáfono y botón de pago».
A futuro, los medios de pagos diferentes al efectivo van a evolucionar a huella digital y a relojes inteligentes. «Es posible que en unos años la gente pueda asociar su cara a una tarjeta y cuando me acerco a una cámara en el negocio genero el pago». Pero parte de ese futuro ya esta aquí. Varias entidades financieras, por ejemplo, ofrecen manilla para pago o teclas especiales, mientras en Asia la gente solo paga con el celular.
Las opciones ya están listas. Solo falta que los colombianos den ese salto digital.